Juan Camilo Gómez Posada y los interruptores de la vida

El colombiano y neurocientífico Juan Camilo Gómez Posada trabaja en Gotinga con canales iónicos, unas proteínas que pueden ser dianas claves en la búsqueda de nuevos fármacos.
Juan Camilo Gómez Posada posa en su laboratorio del Instituto Max Planck de Medicina Experimental, en Gotinga.

Juan Camilo Gómez Posada posa en su laboratorio del Instituto Max Planck de Medicina Experimental, en Gotinga.
Juan Camilo Gómez Posada se encuentra realizando un trabajo postdoctoral en el Departamento de Biología Molecular de Señales Neuronales del Instituto Max Planck de Medicina Experimental en la ciudad universitaria de Gotinga, situada en el Estado federado de Baja Sajonia. El interés general del grupo de investigación en el que trabaja es “el estudio de canales iónicos y cómo estos influyen en el desarrollo y comportamiento de las células”, cuenta el investigador. Los canales iónicos son unas proteínas que se encuentran en las membranas de las células y que regulan, a modo de compuerta, la entrada y salida de iones a la misma. El joven científico colombiano estudia cómo se abre y se cierra un canal iónico de potasio activado por voltaje, al que se refiere como KV10.1.
Hace aproximadamente quince años sus jefes, el también colombiano Walter Stühmer y el español Luis Pardo, descubrieron que existe una alta expresión de KV10.1 en el 70-75 % de los cánceres humanos y creen que esa sobreproducción puede jugar un papel importante en el desarrollo de la enfermedad. A partir de ahí, el objetivo principal de los investigadores ha sido “entender cómo funciona la proteína que puede estar implicada en el cáncer”, cuenta el colombiano. Es decir, se trata de estudiar cómo se produce KV10.1, dónde se localiza dentro de la célula o cómo se activa y se desactiva. A largo plazo los conocimientos científicos adquiridos serán claves para que otros grupos de investigación o empresas farmacéuticas consigan la cura contra el cáncer.
Canales iónicos: diana terapéutica muy interesante
Los canales iónicos son muy importantes porque regulan las corrientes eléctricas en el ser humano. Todo nuestro organismo funciona por impulsos nerviosos y eso significa que llevamos corriente eléctrica. En un robot, por analogía, la corriente eléctrica es el flujo de electrones que circula por los cables de cobre cuando hay un voltaje. En nuestro organismo todas las células tienen un voltaje, bastante más pequeño que en un robot pero que también produce una corriente eléctrica. El movimiento de electrones en el ser humano está representado por iones o sales, como el sodio o el potasio, que fluyen a través de los nervios. Y “los canales iónicos serían los interruptores de electricidad que controlan ese flujo de iones”, explica el investigador. Existen más de 300 canales iónicos diferentes y cada uno de ellos está relacionado con uno o varios procesos del organismo. Por ejemplo, algunos regulan la frecuencia cardíaca, otros la respiración o la visión. Hay interruptores para todo, tanto en los seres humanos como en los animales y en las plantas. Los investigadores intentan descubrir cómo funciona cada uno de esos interruptores. “Cuando lo consigamos, podremos empezar a encender y apagarlos y controlar lo que pasa en el organismo”, cuenta Juan Camilo Gómez. Los canales iónicos son por este motivo un objetivo clave en la búsqueda de nuevos fármacos.
El proyecto del neurocientífico empezó buscando las diferencias entre KV10.1 y su proteína hermana KV10.2. Estas dos proteínas, de la misma familia, son similares en un 75 %, sin embargo, la primera se sobreexpresa en el 75% de los cánceres humanos, mientras que la segunda no. “Pensábamos que entendiendo en qué radican las diferencias, podríamos identificar qué fragmento de la proteína era el responsable de producir el cáncer”, cuenta el científico. Con ese conocimiento se podría regular y modificar la proteína para que funcionara como uno quiere. En el futuro la información sobre el entendimiento de proteínas podrá aplicarse en el tratamiento individual de pacientes, dando lugar a una medicina más personalizada. Estos avances, sin embargo, requieren decenas de años: “Tras 25 años de trabajo, aún no ha salido al mercado ningún fármaco específicamente diseñado contra algún canal iónico de potasio”, cuenta el investigador. Sin embargo, gracias a esos años de investigación, algunos de los medicamentos ya disponibles encuentran nuevas aplicaciones como modificadores de estas proteínas.
El joven neurocientífico Juan Camilo Gómez Posada disfrutando de un paseo con su familia en el aeródromo de Northeim, a 20 km al norte de Gotinga.El joven neurocientífico Juan Camilo Gómez Posada disfrutando de un paseo con su familia en el aeródromo de Northeim, a 20 km al norte de Gotinga.
De Medellín a Gotinga, con escala en Bilbao
El joven colombiano, de la ciudad de Medellín, llegó a Gotinga en marzo de 2011 tras haber pasado por la Universidad del País Vasco en Bilbao, España, donde realizó su doctorado. Los dos primeros años de postdoc ha estado financiado por una beca del Gobierno Vasco y en la actualidad por el laboratorio alemán. Eligió Alemania por su calidad científica y porque no quería irse muy lejos de España. Le atraía el país y la posibilidad de aprender un idioma nuevo. Al Instituto Max Planck llegó siguiendo los pasos de su esposa polaca, también investigadora, a la que habían ofrecido un trabajo en el centro. Está contento con la calidad de vida germana, pero se queja de la inestabilidad laboral. En España se aprobó una ley para que los doctorandos obtuvieran un contrato laboral en su dos últimos años de tesis. “En Alemania yo no encontré lo mismo y a los 32 años me convertí de nuevo en becario”, cuenta con decepción. Le gusta su trabajo porque es original, multidisciplinar y le permite seguir aprendiendo, sin embargo, reconoce que ahora que tiene familia no se contenta con las mismas condiciones laborales que siendo recién licenciado. “A corto plazo me gustaría probar suerte en el sector industrial, en alguna compañía del área “bio”, cuenta con entusiasmo.

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la ciencia española en Berlín

La CERFA celebró este 18 de octubre su primer simposio y presentación oficial en el Instituto Cervantes de Berlín, con el fin de favorecer la cooperación hispano-alemana en I+D. DW habló con su presidente.

El neurocientífico y presidente de la Sociedad de Científicos Españoles en la República Federal de Alemania (CERFA), Dr. Raúl Delgado-Morales, posa en el Instituto Max-Planck de Psiquiatría en Múnich, donde realiza una estancia postdoctoral con una beca Marie Curie desde 2010.
La Sociedad de Científicos Españoles en la República Federal de Alemania (CERFA) nació hace poco más de un año, en junio de 2012, a semejanza de su homóloga en el Reino Unido, la Sociedad de Científicos Españoles en el Reino Unido (CERU), con el objetivo de agrupar y representar a todos los científicos españoles desplazados en Alemania en una red de profesionales, donde poder “compartir experiencias y ayudar a que los recién llegados tengan un foro donde consultar sus dudas”, explica el el Dr. Raúl Delgado-Morales. El joven investigador barcelonés llegó a finales de 2010 al Instituto Max Planck de Psiquiatría en Múnich, donde se encuentra realizando una estancia postdoctoral con una beca europea Marie Curie.
Movilidad vs. fuga de cerebros
Cuenta que cuando llegó le sorprendió mucho la gran cantidad de científicos españoles que había trabajando en Alemania: “me pareció muy interesante la idea de crear una sociedad homóloga a la del Reino Unido”, comenta al otro lado del teléfono.
Desde su creación la Sociedad ha contado con el apoyo del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD), de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y de la Embajada de España en Alemania. Al día de hoy agrupa a más de 360 científicos de diversas disciplinas que trabajan en universidades, centros de investigación y laboratorios alemanes. El grupo mayoritario pertenece a investigadores postdoctorales, “porque es un grupo que tiene movilidad”, un factor muy importante según explica el investigador. Pero en la sociedad también están representados estudiantes de doctorado y universitarios, jefes de departamento, profesores de universidad y gente que trabaja en la empresa privada, entre otros. El número de españoles trabajando en las áreas científicas, técnicas y artísticas en Alemania asciende a más de 1.300, según la Oficina Federal Alemana de Migración y Refugiados, y a más de 3.300 estudiantes universitarios, según la Oficina Federal de Estadística. La idea de la sociedad es seguir creciendo y poder contribuir a estas cifras con “censos anuales del incremento o disminución de la población científica española activa en Alemania”, añade el barcelonés. Estos datos ayudarían al discurso político, que a menudo se utiliza en función de las circunstancias. Delgado-Morales considera la fuga de cerebros un tema controvertido: “Cada investigador tiene su propia historia. Yo me fui en 2010 pero no me considero fuga porque tenía claro que quería irme”, comenta el científico. La Sociedad CERFA defiende la movilidad como parte esencial de la carrera científica pero añade “creemos que esa movilidad debe de ser bidireccional”. Es decir, debe ofrecer la posibilidad de retorno, así como de atraer a científicos con talento, no sólo nacionales sino también extranjeros.
Primera reunión de la delegación de Bremen y Baja Sajonia de la Sociedad CERFA en Bremen
Alemania, uno de los países europeos con mayor inversión en I+D
Otro de los objetivos de la Sociedad CERFA es servir de interlocutor entre las instituciones alemanas y españolas y “participar en el discurso político para ayudar a mejorar el sistema de ciencia español”, aclara el científico. Delgado-Morales aboga, entre otras cosas, por unas políticas de financiación y evaluación a largo plazo: “una apuesta real del incremento anual de los presupuestos para acercarnos a la media de inversión del producto interior bruto (PIB) a nivel europeo”, explica. Los países europeos se comprometieron a incrementar su PIB en un 3% en la Estrategia de Lisboa aprobada por el Consejo Europeo en 2000. En España la financiación en I+D+i en 2010 fue de un 1,39% de su PIB y se estima que sea menor de un 1,35 % en 2011. Mientras tanto, Alemania se sitúa en 2011 entre los primeros con un 2,88% de su PIB, sólo por detrás de Finlandia, Suecia y Dinamarca. Además, existe una gran inversión privada (21,1%) en el país germano, que casi iguala a la inversión pública proveniente del Estado (22,1%). Alemania es un país productor y exportador y el sistema científico se considera vital para el desarrollo del país. “Para ellos es un motor económico”, comenta el investigador. En España, por el contrario, todo recae sobre los Presupuestos Generales del Estado, que en tiempos de crisis, como los actuales, pueden ser más o menos flexibles. El catalán defiende una mayor apuesta del Estado por la inversión privada.
A su vez, destaca la existencia de la Fundación Alemana para la Investigación Científica (DFG, en sus siglas en alemán), que juega un papel muy importante en la estabilidad del sistema científico alemán. La DFG es una organización autónoma que recibe sus fondos en gran parte del gobierno federal y de los estados federados pero que mantiene su independencia a la hora de tomar las decisiones en interés de la ciencia. La DFG financia una parte muy importante de la investigación en Alemania (34,1%). En España está contemplada desde hace años la creación de la Agencia Estatal de Investigación. Ésta es una reclamación histórica de la comunidad científica española, que ve en la agencia un mecanismo para ganar autonomía y mejorar la planificación a largo plazo de la financiación científica. En lo últimos diez años en España ha habido varios cambios en la organización de los ministerios de ciencia. Con el gobierno actual, por ejemplo, perdió la categoría ministerial y pasó a ser Secretaría de Estado. “Eso genera mucha inestabilidad administrativa”, concluye el barcelonés.
La CERFA quiere acercar la ciencia a la calle
Por último, Delgado-Morales también reconoce que los científicos tienen que hacer un mayor esfuerzo por acercar la ciencia a la sociedad. Para el catalán la comunidad científica no ha sabido explicar a la sociedad española que invertir en I+D se traduce en conocimiento y en una mejora de la calidad de vida. La Sociedad CERFA persigue acercar la ciencia a la calle, así como fomentar la difusión del trabajo de los investigadores españoles en Alemania.

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