El robot cuenta además con varios materiales livianos y microprocesadores. Imagen: Universidad de Stanford.
Por alguna razón que se pude rastrear hasta la antigüedad, los seres humanos relacionamos nuestras creaciones con los animales que nos rodean y fascinan. Los incas tenían al cóndor, los gringos tienen su águila, los ingleses el león y los geeks de la Universidad de Stanford a la salamandra biónica llamada StickyBot.
Desarrollada en California por Mark Cutkosky y su equipo de científicos, este robot imita el mecanismo empleado por los anfibios para trepar cualquier tipo de superficie sin prejuicio de su pendiente. Puede ser un tramo con 45 grados de elevación o incluso una tabla completamente vertical, sea lo que sea, cualquier anfibio que se respete debe poder escalar sin problema el obstáculo.
“La idea general es que lo robots puedan llegar a todas partes. Robots que puedan trepar serían particularmente útiles y son complicados de hacer”, dijo el ingeniero mecánico Cutkosky. Juzgando por este video, si los anfibios se definieran por sus aptitudes enfrentando obstáculos mas no por sus características biológicas, StickyBot sería primo de los sapos.
El secreto detrás del éxito de StickyBot está en sus patas y en su cola. En la suela de sus pies, el aparato tiene un material con millones de finos vellos que, al ser puestos contra una superficie, crean un efecto van der Waals. Esta fuerza molecular le permite pegarse a casi cualquier superficie mientras no sean muy ásperas, saladas o húmedas.
La segunda parte de la ecuación es la cola del StickyBot. Al igual que como ocurre en las salamandras, para que los pies puedan pegarse bien deben contar con un contrapeso que los hale hacia el piso. Ese contrapeso es la cola del animal, o en este caso, del robot.